domingo, 12 de enero de 2014

EL FUTURO DE LA HUMANIDAD




Las realidades complejas no pueden reducirse a un ingenioso titular en forma de twit. Para emprender una transformación profunda de nuestro mundo, para iniciar una auténtica Revolución que lo cambie todo y nos lleve a una realidad mejor, deberemos descender hasta las profundidades de nuestra psique, hasta la sala de máquinas, donde están en marcha todos los mecanismos que determinan nuestras acciones y movimientos. Nadie nos salvará desde un púlpito con brillantes proclamas y promesas de una sociedad más justa y equitativa. Nadie nos salvará sólo contándonos la supuesta verdad, ni desvelando los más oscuros secretos de los poderes en la sombra. La información y la verdad ya no tienen importancia, porque nuestros mecanismos de respuesta están averiados. No hay revolución posible sin una transformación profunda de nuestra psique a nivel individual. Porque nuestra mente está programada por el Sistema. Y por lo tanto, para cambiar ese Sistema que nos aprisiona, antes debemos desinstalarlo de nuestra mente.

El bombardeo incesante de información al que estamos sometidos acaba desembocando en una fragmentación de nuestra energía emocional y por ello acabamos ofreciendo una respuesta superficial o nula. Una respuesta que en momentos como el que vivimos, intuimos debería ser mucho más contundente y que sin embargo, no llegamos a generar porque carecemos de energía suficiente para hacerlo (al estar desfragmentada emocionalmente). Cada vez nos cuesta más dedicar tiempo a leer un artículo largo cargado de información estructurada y razonada. Exigimos que sea más resumido, más rápido, que se lea en una sola línea y que se ingiera como una pastilla y no como un ágape decente. Nuestro cerebro se ha convertido en un drogadicto de la información rápida, en un yonqui ávido de contínuos chutes de datos que ingerir, a poder ser pensados y analizados por cualquier otro cerebro, para no tener que hacer el esfuerzo de fabricarnos una compleja y contradictoria opinión propia. Porque odiamos la duda, pues nos obliga a pensar. Ya no queremos hacernos preguntas. Solo queremos respuestas rápidas y fáciles. 

En más de una ocasión me han llegado a decir “es que escribes mucho y largo” o “cuantas preguntas me haces, que agobio”. Comprendo que para una mente saturada de información y acostumbrada a información rápida no pueda soportarlo. Sin embargo, es una de las formas de salir de esta adicción que tiene a tantos y tantos seres ABORREGADOS.

Excelente post que os recomiendo leer hasta el final:



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