Viendo, hace poco, una buena crónica
de TVE sobre las personas con Alta Sensibilidad, recordé algunas cosas.
Durante muchísimos años he
padecido de asma y alergias de todo tipo. Además de tener problemas constantes
con la mucosidad de la garganta. Siendo una niña me diagnosticaron “hipersensibilidad
física”. Años después “hipersensibilidad extrasensorial”. Y es que no están
separados los diferentes planos.
Mis puntos débiles siempre han sido la piel y las mucosas, tal como refleja la crónica de TVE de abajo. También esa tendencia a tener contracturas y a la depresión. Mi madre que me conocía muy bien, al ser pequeña y no saber protegerme, me protegía, tal vez en exceso porque luego me costó aprender a protegerme sola. Siempre ha sido mi caballo de batalla. La meditación se hace necesaria en nuestro día a día para llevar una vida mejor. Desconectar por unos instantes para estar con nosotros, en nuestro centro y el yoga para tomar consciencia del movimiento respiratorio, la consciencia corporal y la consciencia de la fuerza vital.
Las personas con alta
sensibilidad suelen ser artistas en cualquier disciplina, incluida la
terapeútica, porque empatizan muy bien con lo de “fuera”. Entre ellas y el
mundo no hay separación y de ahí que en muchos de nosotros se refleje en esa
piel tan fina, como de niño, que tenemos. Esto puede ser una desventaja si no
sabemos “cerrar” la entrada de percepción, ya que el exceso de información que
recibimos nos puede colapsar. Por otro lado, a nivel emocional, todas aquellas
adversidades o contratiempos nos pueden afectar tanto que nos protejamos en
exceso cerrando el corazón y potenciando la mente. Hay que encontrar ese
equilibrio para no anularnos y tenemos que darnos a conocer al mundo para que
nos respeten.
Lola Picón Zamora
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