El poder de los símbolos es a
menudo inmenso. Es el poder mismo del proceso de evolución humana. Este poder actúa
a través de hombres que lo condensan, y que al mismo tiempo extraen de
las crisis a las que se enfrentan nuevos valores y símbolos que, exteriorizando
estos valores en formas llamativas y atractivas, inician un proceso de
transformación. Tales hombres constituyen la élite creativa de la humanidad,
son los hombres-simiente, los grandes mutantes de la humanidad.
La actitud dualista es necesaria
durante largos periodos de la evolución, pero llega un momento en que ha de ser
dejada detrás si es que ha de haber crecimiento. El modo dualista de conciencia
puede ser superado cuando uno comienza a introducir en los juicios de verdadero
o falso o bueno o malo, el factor de tiempo; es decir, cuando se tiene en
consideración el carácter de la fase del proceso cíclico de evolución en el
cual tiene lugar el juicio. Una cierta fase de la evolución de la conciencia
recalca la necesidad de un cierto tipo de decisión, de una particular clase de
deseo y atracción, o de categorías específicas de conceptos intelectuales; otra
fase presentará otras necesidades que pueden ser opuestas a las primeras. Las soluciones
a estas necesidades son cada una de ellas verdaderas en relación a los seres
humanos que experimentan las contrastadas necesidades. Las diferentes
soluciones representan diferentes valores humanos.
Los valores deben cambiar en el
momento en que comienza una nueva fase de evolución, sea de la humanidad en su conjunto
o de un solo individuo. Las fuerzas que se oponen al cambio, grupos sociales y clases
privilegiadas de la sociedad, o los hábitos de comportamiento, las lealtades obsoletas
y los complejos en la persona individual, son todos obstáculos al proceso de
desarrollo; sin embargo, en algunos casos pueden ser útiles como frenos para
impedir una precipitación caótica hacia nuevas pero nebulosas y todavía peligrosas
metas. En cualquier caso (¡y puede haber tanta diversidad de circunstancias!)
no deberíamos hablar de una oposición absoluta entre verdad y error, o entre
bueno y malo, sino sólo de un estado de transición de una serie de valores a
otra. Los nuevos valores son la respuesta a nuevas necesidades humanas, y siempre
encontramos estos valores condensados, exteriorizados y formulados en términos de
hechos existenciales como símbolos nuevos, o al menos radicalmente renovados y reactivados,
capaces de encender así como enfocar la imaginación de los hombres.
¡Plenitud de ser! Que significa
que la Potencialidad infinita e ilimitada de existencia y la Presencia de UNO
son también latentes en cada hombre, y que cada persona individual puede
devenir un agente para el Poder "divino" que de modo silencioso, perpetuo
y no erradicable, vibra en el núcleo de la Tierra y en el corazón de todo ser
humano. Todo lo que necesitamos hacer es enfocar nuestra atención, mantener
firmes nuestros pensamientos, sentir profundamente la Presencia que está ahora encarnando
en la tierra hacia la transfiguración del Hombre; y, por encima de todo, estar
total, vívida y dinámicamente despiertos, y en este estar despiertos tener fé.
Fé en el Hombre, fé en la Tierra y en el Poder que estructura el inmenso campo
de actividad que es nuestro hogar global. Fé en la plenitud de ser que es el
incorruptible destino del Hombre.
Dane Rudhyar
No hay comentarios:
Publicar un comentario